Nuestro cuerpo requiere la ingesta diaria de 8 a 10 vasos de agua. La gran mayoría consume gran parte de este líquido en forma de café, té, refrescos o alcohol, estimulantes que son antidietéticos por naturaleza. En cambio, los jugos naturales son saludables y revitalizantes.
En su libro El poder de los zumos, el autor, Jay Kordich (a quien una dieta fundamentada en ellos lo ayudó a sanar de una grave enfermedad) Afirmó que incluir jugos en la alimentación mejora el sistema cardiovascular, aumenta el rendimiento físico, baja la presión sanguínea, favorece el sueño por la noche e incrementa las energías.
Fácil asimilación
Una de las ventajas fundamentales del consumo de jugos es que al ser tomados se elimina un proceso digestivo: la extracción del líquido de las fibras. Al comer hortalizas y frutas frescas, el cuerpo extrae de la fibra en forma de líquido lo que necesita. La licuadora ahorra trabajo al organismo ya que separa el jugo de las fibras, de manera que el cuerpo recibe la máxima cantidad de sustancias nutritivas en pocos minutos.
Un aspecto clave es que el jugo que se extrae de la licuadora es diferente del envasado que se vende en los supermercados, ya sea concentrado o no. En primer lugar, es absolutamente fresco, lo cual es primordial dado que las sustancias nutritivas pierden muchas de sus propiedades al poco tiempo de haberlas licuado. Además, el jugo natural no está pasteurizado, es decir, cocinado, por lo que conserva vivas todas las células básicas para la salud.
Por último, los jugos naturales son puros, sin aditivos ni conservantes. Los jugos que se toman inmediatamente después de prepararse contienen casi el 95% del valor nutritivo de la fruta o la hortaliza y proporcionan de inmediato el alimento al cuerpo liberándolo al torrente sanguíneo.
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